La Isla Isabel me dejó vivir y regresar completito para seguirlos atormentando con las tiras de Sarahuato y Moléculas, que se verán alternadas con el diario de campo que transcribiré para que vean como es el "día a día"-casi- en la vida de un supuesto biólogo.
Trataré de que las transcripciones estén lo más apegadas posible a lo que puse en las libretas originales pero sin la sintaxis alrevesada y los errores ortográficos.
Por el momento no pondré muchas imágenes, pues no las tengo todavía. Cuento con que pronto hagamos la reunión de sobrevivientes para que nos pasemos todo el paquete de imágenes. Sin más por el momento... El diario.
Martes 05-01-10
Todo esto empezó conmigo yendo a comer en la cafetería de la Facultad de Ciencias. En la puerta de cristal vi un anuncio, antes que nada, un papel con letras y dibujos. De cerca se leía que invitaban al que se atreviera (esas son mis palabras) a pasar una temporada en Isla Isabel ayudando en un proyecto de investigación sobre pájaros bobos de patas azules. Venían correos electrónicos y números de teléfono para ponerse en contacto con las encargadas y sin pensarlo dos veces arranqué un papelito con los datos. Pensaba irme en ese momento para enviar un correo donde notificara mi intención de participar.
Me guardaba el papelito en la bolsa de la chamarra cuando vi pasar a Neftalí, mi colega de dinosaurios, y salí corriendo en su encuentro, gritando:
—Neftalí, Neftalí. ¡Ya sé que vamos a hacer en las vacaciones!
Muchos correos electrónicos y reuniones en el instituto de ecología después nos daban el SÍ. Partíamos de la ciudad el cuatro de enero por la noche.
Una auténtica aventura no es tal si las cosas empiezan bien. Por poco y no subimos al camión por un error del encargado de nuestras reservaciones, pues confundió una consulta que le hicimos con entregarnos los boletos. Es decir, haber ido a preguntar si nadie había recogido nuestros boletos (Mónica, la que los encargó, no había llegado y se acercaba la hora de salida) lo anotó como que ya nos los habían dado y luego ya no querían entregarlos. El asunto se arregló dos minutos antes de que saliera el transporte.
Los personajes de este primer episodio del viaje son: Esther, Judith, Mónica, Neftalí, Lynna y yo. Lynna es la estudiante de doctorado a la que vamos a ir a ayudar. Su nombre se pronuncia “Lena”, pero casi todos le dicen “Lina”. Luego se nos uniría Efraín, quién viajó en avión pues por compromisos importantes (vaya que lo eran jajaja) no podía acompañarnos.
Subir las maletas fue otra pequeña odisea. El espacio en el maletero estaba lleno, así que tuvimos que subir mochilas a la cabina de pasajeros. Nos acusaron de inconscientes por cargar tanto equipaje, pero creo que ninguno de los presentes se imaginaba la travesía que a nosotros nos esperaba. Aunque eso no justifica que las chicas llevaban una cantidad increíble de bagaje en mochilas medio incómodas.
A las ocho de la mañana de hoy, el incómodo autobús en el que viajé con mis compañeros llegó a la capital de Nayarit, Tepic. Fuimos a desayunar al “pollo feliz” e hicimos tiempo hasta por ahí de las doce, cuando nos hablaron para que tomáramos el camión a San Blas, el puerto del que saldremos mañana hacia Isla Isabel.
De Tepic a San Blas se hacen como dos horas. Llegamos pasadas las dos de la tarde. Nos recibieron Cristina y un sujeto que no recuerdo su nombre, en una camioneta. Nos encaminaron a la calle de los hoteles para que mientras ellos comían nosotros encontráramos acomodo. Ubicamos uno con buen precio y después de establecernos fuimos a buscar comida y a Cristina en el centro de San Blas.
Caminamos e hicimos reconocimiento del área en lo que llegaba la noche, nos picamos los ojos y rascamos el ombligo hasta que el hambre atacó, ya de noche.
Termina el día. Por cierto, también es la última noche en la que podré acomodar mi lomo en blanda cama.




































